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UNA BREVE MIRADA A LA AUTODEFENSA PSÍQUICA

La autodefensa psíquica es una disciplina introducida en el año 1971, por la psicoanalítica y esotérica británica Dion Fortune, quien estudió la ciencia espiritual desde una consideración física de los diversos procesos mentales que componen el cuidado personal.

 

Entre sus escritos, acuñó tal concepto a todo conjunto de conocimientos y técnicas desarrolladas para diagnosticar e intervenir ante perturbaciones de planos sutiles –no físicos-, entre las cuales se encuentran:

  • Ataques voluntarios; comúnmente reflejados en hechizos, donde se evidencia el daño intencional que busca deteriorar la integridad del ser.

  • Negatividad inconsciente; donde el/la atacante no identifica el daño que realiza en ámbitos físicos, sensitivos o intelectuales al momento de relacionarse con sus pares.

Esta peculiar mirada, que ahonda en problemáticas que se dan dentro de las interacciones humanas, integra una visión detallada acerca de los tipos de agresiones energéticas que alteran el bienestar de una persona. Además, el grado de susceptibilidad es un factor determinante al momento de apreciar alguna variación en torno al campo energético, pues la receptividad de estas agresiones psíquicas varía según el momento y estado anímico de cada individuo/a.

Por otro lado, existe la posibilidad de exponerse a distintos agentes agresores, como es el caso del vampirismo energético. Este concepto surge a partir de la descripción de alguien que lleva consigo una excesiva y anómala carga de sensaciones negativas, las cuales posteriormente se transmite a quien se encuentre cercano a él/ella.

Es así que la autodefensa psíquica propone la elaboración de una base protectora que beneficie al campo áurico con prácticas capaces de frenar y restaurar el desequilibrio proporcionados por dichas acciones, que, de no prestarles atención, derivarían al desarrollo de infortunios como accidentes, agotamiento prolongado, etcétera.

 

Saber detectar dónde recae aquella pesadez energética -pudiendo ser uno mismo el receptor de tal efecto devastadora- es de suma importancia para así estabilizar la sanidad interna y, por tanto, zafar de las distintas afecciones que nos rodean a diario.  

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