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DEUDAS KÁRMICAS: LA OPORTUNIDAD DE SANAR ACCIONES PASADAS

El karma, entendido como la ley divina que rige la vida de una persona desde el dualismo causa y efecto, ha estado inserto en distintas creencias religiosas, filosóficas y sociales pues la naturaleza de dicho fenómeno permite explicar el por qué suceden eventos irracionales en la cotidianidad de alguien. 

 

Bajo esta teoría, cada individuo/a es responsable de sus actos ya que estos se vinculan directamente a las posibles consecuencias que pueden desencadenar tales decisiones. Basada en la frase ‘obtenemos lo que nos merecemos’, esta ley también influye en la residencia del alma, pues, en caso de que alguien fallezca, se dice que el karma se encargará de dictar que factores serán traspasados en la próxima vida –tanto terrenal como del más allá-.

 

A partir de esta premisa es que surge lo denominado como deudas kármicas, las cuales se conocen por abarcar toda clase de conflictos que se fueron heredando desde vidas anteriores, hasta el punto de concentrarse en la reencarnación de un determinado karma, que está presente a temprana edad.

 

En la cultura popular, se dice que las almas gemelas guardan un vínculo que yace encadenado hacía sus vidas pasadas pues se han reencontrado con el fin de resolver temas pendientes que necesitan superarse en conjunto, siendo la restauración del karma propiamente tal.

 

Es así que estas deudas son una evidencia de cómo existen vibraciones negativas que impulsan a que se las cosas no resulten como uno/a desee. Ahora bien, Existen una serie de síntomas que permiten identificar tales problemas con mayor facilidad, entre los más frecuentes se tienen:

  • Temor a la muerte; donde el/la individuo/a puede llegar a sentir un extremo agotamiento por el mero hecho de pensar acerca de su fallecimiento como ser humano.
  • Fobias o miedos a corta edad; referido a cualquier pánico que no tiene explicación racional, hasta el punto de dañar la integridad de la persona.
  •  Sensación de constante culpa; siendo visible en una desgarradora empatía por el sentir ajeno, como así bien en la excesiva postergación de proyectos propios.

CÓMO SANAR EL CICLO
 

Una vez identificadas estas acciones, la limpieza kármica parte desde la liberación energética, ya sea con la apertura de chakras, regresiones a vidas pasadas o cualquier método que avale por el cuidado interno.

 

Lo que se busca es debilitar lo dañino del karma pues su disolución permitirá a la persona alcanzar un óptimo estado de salud. Cabe recordar que el destino es modificable, por lo que estas deudas deben saldarse por medio de la predisposición para así trabajar poco a poco en la superación de conflictos que coartan la estabilidad del alma.

 

Siempre es recomendable tomar consciencia de dichas situaciones para así redistribuir las enseñanzas que guardan estos malestares hacia horizontes de aprendizaje y crecimiento con uno/a mismo/a. 

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