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EMOCIONES AL VOLANTE

Muchas veces las emociones no son consideradas de gran complejidad pues están relegadas en el dualismo que hemos adquirido en base a conocimiento racionales de mente y cuerpo. Por ello, es que, cuando surge el deseo –o una instancia de apertura- hacia el autodescubrimiento, nos enfrentamos a estados anímicos que desconciertan debido al poco espacio emocional que uno puede llegar a acumular con el pasar de los años.

 

Desde un ámbito interno, si ya es complejo conocer nuestro cuerpo, las emociones son aún más debido a que no están del todo reconocibles o tangibles en el diario vivir. Llegado el momento de comprender lo que sentimos, vemos como todo cobra una nueva noción de lo que hemos estado haciendo. Vamos percibiendo que patrones se han ido adoptando, negando o creando a partir de las reacciones que nos causan experiencias personales, lo cual además incide a la imagen que uno se tiene de sí.

 

Es esto último lo que hace de los estados emocionales un complejo escenario debido a que se encuentran instaladas una serie de creencias, que inevitablemente catalogan según los recuerdos que tenemos anexados a cada vivencia. Por ello los factores externos inciden a que actuemos de acuerdo a un tipo de comportamiento en específico.

 

Dicho sea de paso, estos aprendizajes de asimilación, se refuerzan o desvanecen desde el estado emocional de la persona, generando que exista una detección autoimpuesta de lo que el sujeto logra sentir cuando vivencia una situación en específico. Por imaginarios tan cotidianos como “que uno se enamora solamente una vez” es que las purezas de las emociones se van viendo alteradas por experiencias limítrofes, que sin duda alguna influyen en el modelo de reconocimiento que cada persona posee con su sentir interno.

 

Es aquello lo que debemos aprender para estar consciente de nuestro sentir, más que actuar en base a las vivencias que hemos memorizado. Cuando se detecta la sensación actual, evitamos caer en un bucle de emociones tergiversadas por recuerdos o pensamientos entrelazados, que solo perjudicaría el proceso de prestar atención interna.

 

Las riquezas de nuestras reacciones se dan a lo largo de toda nuestra existencia y saber la relevancia de los estados emocionales permite comprender lo particular que uno llega a ser. Complejidad no menor debido a que se está constantemente viviendo de emociones ante momentos que pueden resultar tan básicos como lo es relacionarse con alguien, o alimentarse. Es la cotidianidad lo que tal vez nos genere creer que ya no existe nada más que aprender de nosotros mismos, pero cuando vemos la panorámica que yace a la espera de ser descubierta es que accedemos a una amplia consciencia que debemos trabajar a diario.

 

De aquello es que surge la particular tarea de mejorar nuestro conocimiento de lo que somos. Frente a ese deseo, es que también se debe evitar seguir únicamente un cuestionamiento lógico, dado que la explicación que se obtendrá será exclusivamente desde el reforzamiento mental. Si se cree que es a través del cerebro y, a la racionalidad, donde existen las respuestas a todas nuestras sensaciones, estaremos olvidando que las emociones coexisten con las distintas esferas que nos componen como seres humanos.

 

Escrito basado en libro El Alba de las Emociones, de Susan Bloch

 

 

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